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Curiosidades sobre el Cristo Redentor

Curiosidades sobre el Cristo Redentor

La construcción del mayor símbolo de Río de Janeiro comenzó en 1926 y duró unos cinco años. El Cristo Redentor tiene una altura total de 38 metros, 30 metros el monumento y 8 metros el pedestal, lo que equivale a un edificio de 13 plantas. Cada brazo tiene una superficie de 88 m², la cabeza pesa 30 toneladas y el pie mide 1,35 metros. Hecho de hormigón armado y recubierto de esteatita, el monumento contó con la participación del público tanto en la recaudación de fondos como en el montaje de los mosaicos.


El corazón de Cristo

El Cristo Redentor tiene un discreto corazón estilizado que representa el Sagrado Corazón de Jesús. Con 1,30 metros de altura, es la única parte recubierta de esteatita que sobresale en el interior del edificio.

Visitantes ilustres

El monumento ha acogido a numerosas personalidades, como el Papa Juan Pablo II, el Dalai Lama, la Princesa Diana, el Príncipe Carlos y el ex Presidente de Estados Unidos Barack Obama, acompañado de su familia.

Resistencia y ubicación

Al estar situado en la cima del Corcovado, el Cristo Redentor fue diseñado para resistir vientos de hasta 250 kilómetros por hora, cuatro veces la media registrada en el momento de su construcción. Incluso podía resistir vientos de huracanes de categoría 5, como el Katrina, que azotó Estados Unidos en 2005.

Debido a su ubicación, el monumento es alcanzado con frecuencia por rayos: una media de seis al año, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE). Uno de estos episodios llegó a dañar el pulgar de su mano derecha.

Mantenimiento y conservación

Totalmente expuesto a la intemperie y a la contaminación, el Cristo Redentor se somete a un mantenimiento regular, que incluye su limpieza, la reparación de los daños causados por las inclemencias del tiempo y la aplicación de capas protectoras para preservar el hormigón armado y el revestimiento de esteatita.

Construcción y curiosidades

Las 50 partes del rostro y las 8 de las manos se moldearon en París y se enviaron a Brasil como un gran rompecabezas, con piezas numeradas para facilitar el montaje. Este proceso de montaje movilizó a la población de la época, que participó activamente en la creación del monumento.